Solidaridad y deporte. El deporte profesional, especialmente en los últimos años, ha potenciado su carácter solidario.
A nivel internacional, organizaciones tan importantes como UNICEF han contado con el deporte como uno de sus principales aliados, tanto a través de la imagen de deportistas que participan en sus campañas como de instituciones deportivas que colaboran directamente con esta ONG y muchas otras.
Otros tantos deportistas, mediante la creación o participación en fundaciones, también fomentan el carácter solidario del deporte. Un claro ejemplo es el de Samuel Eto’o, futbolista camerunés que, a través de su fundación, firmó un convenio de colaboración con el FC Barcelona para que numerosos jóvenes cameruneses con talento para el fútbol que estaban en riesgo de exclusión social tuvieran una oportunidad de progresar deportiva y académicamente en la cantera de uno de los mejores clubes de fútbol del mundo.
En estas fechas el carácter solidario del deporte crece exponencialmente. Un claro ejemplo es la campaña “Aquí jugamos todos” que han desarrollado estas últimas semanas la Dirección General de Deportes y la Unión de Federaciones Deportivas, encabezadas por Alonso Gómez y José María López, respectivamente.
Esta campaña surgió con el objetivo de repartir juguetes, relacionados con el deporte, a niños en situación de desamparo o alto riesgo de exclusión social. Para ello, numerosos deportistas, cargos federativos y personalidades políticas, como las Consejeras de Cultura y Portavocía –Noelia Arroyo- y la de Familia e Igualdad de Oportunidades -Violante Tomás-, hemos asistido a los diferentes centros de acogida repartidos por varios puntos de la Región, intentando transmitir un mensaje de optimismo y amparo a los jóvenes que nos hemos encontrado en cada uno de ellos, y nuestra profunda admiración y agradecimiento a las personas que trabajan diariamente con estos jóvenes.
Ahora bien, muchos de los asistentes nos hemos dado cuenta, a través de las experiencias de los monitores de los centros, de un problema gravísimo de este colectivo: los jóvenes que residen en estos centros, al cumplir la mayoría de edad, deben abandonarlos. ¿Cuál es el porvenir que le damos a un chico de dieciocho años que tiene que abandonar su residencia, en la mayoría de casos sin trabajo y a una edad a la que es imposible que haya podido completar una formación académica que le permita optar a un puesto de trabajo en el ámbito hacia el que desee enfocar su vida? ¿Por qué se abandona a muchos de esos chavales a su suerte? ¿Por qué no se les da una oportunidad? ¿De qué vale todo el esfuerzo de sus monitores para que estudien si, en muchos casos, al cumplir dieciocho años se van a ver obligados a abandonar sus estudios?
Creo que es el momento de ver, aquí en nuestra región, de qué manera podemos ayudar desde el mundo del deporte a que todos estos jóvenes tengan su oportunidad de ganarse un porvenir. La organización de cursos formativos gratuitos para ellos, su colaboración en las distintas ligas escolares a la finalización de esos cursos como monitores o árbitros, la formación, por ejemplo, por parte de la federación de Salvamento y Socorrismo, de todos ellos en ámbitos que les puedan ayudar a encontrar un trabajo, y muchísimas otras cosas que podemos –y debemos- hacer para que todos tengan una oportunidad. Este es un trabajo en el que tenemos que participar todos. Este es el partido de todos. Aquí jugamos todos.