Mucho se ha hablado, especialmente en los últimos años debido al boom del “running”, acerca del límite del ser humano en cuanto a la prueba de maratón se refiere. El último capítulo de este debate se vivió el pasado fin de semana en el circuito de automovilismo de Monza, Italia, lugar donde una conocida marca de ropa organizó una maratón en la que tres de sus más destacados atletas en la mítica distancia -Eliud Kipchoge, Lelisa Desisa y Zersenay Tadese-, ayudados por otros muchos de renombre que hicieron labores de liebre durante toda prueba, tenían como objetivo bajar de las dos horas en los 42 195 metros de la maratón.

 

En un principio, antes de saltar los atletas a la pista, hay que mencionar que la estrategia de “marketing” y de “product placement” -introducción del producto que se desea vender y del nombre de la marca en relación al evento- fue sencillamente espectacular. Es evidente que la atención mediática ya la tenían, puesto que esta marca y su principal competidora a nivel internacional tienen sendos proyectos para conseguir que sus atletas sean los primeros en romper la mítica barrera de 2h00′, pero la gestión del evento y el trabajo de todo el equipo de publicidad, mercado y redes sociales de la marca fue de matrícula de honor.

 

En cuanto a los análisis previos, casi el 100% de los seguidores del atletismo estábamos seguros de que bajar de las dos horas sería poco menos que imposible -el actual récord del mundo, que suponía también la maratón más rápida de la historia era el 2h02’57» del keniano Dennis Kimetto en 2014-, pero es cierto que la gente esperaba con mucho interés saber hasta qué punto se podrían acercar estos atletas, con todas las condiciones a su favor, a la barrera de las dos horas.

 

Y el espectáculo no defraudó. Un inconmensurable Eliud Kipchoge decidió dar un golpe de efecto a la historia de esta prueba, y demostrar que en absoluto van de farol en el reto de bajar de las dos horas. Con unos pasos hasta prácticamente el kilómetro 40 a ritmo para conseguir el reto, el formidable atleta africano conseguiría una marca de 2h00’25», mejorando en más de dos minutos y medio la marca de Kimetto.

 

Más allá de la espectacularidad de la marca y de la gestión del evento por parte de la empresa, el Breaking2 deja, en mi opinión, una conclusión importante: el atletismo -como prácticamente cualquier deporte si se le da la cobertura mediática adecuada- puede ser rentable y conseguir un fuerte impacto con una estrategia de “marketing” adecuada. Gente madrugando para ver una maratón un sábado, cobertura en medios durante todo el día, atletas populares, semiprofesionales  y élite -el “target” de la marca- comentando y analizando el evento y su resultado y un altísimo impacto en redes sociales e internet tanto del atleta como de la marca lo han demostrado.

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