La pasada semana un nuevo caso de dopaje salpicaba al mundo del deporte: María Sharapova, una de las tenistas más representativas del panorama internacional y un auténtico icono mediático a nivel mundial convocaba una rueda de prensa para informar personalmente a los medios de su positivo por Meldonium – un modulador metabólico extendido entre los antiguos países de la Unión Soviética, pero prohibido en Europa y EEUU-, en un control realizado durante la pasada edición del Open de Australia.
Sharapova argumentaba en su comparecencia que se trataba de un medicamento que llevaba tomando más de 10 años -el Meldonium ha entrado en la lista de sustancias prohibidas de la Agencia Mundial Antidopaje el 1 de Enero de este año-, y que no dejó de tomarlo al desconocer su inclusión en la lista de sustancias prohibidas de la WADA.
Ahora bien, Sharapova cuenta con un equipo técnico y médico de trabajo lo suficientemente amplio como para que algo así sea prácticamente impensable que suceda. En primer lugar si, como Sharapova afirma, ese tratamiento era prescrito por un médico para ella desde hace diez años, ¿cómo es posible que ni la RUSADA -Agencia Antidopaje de Rusia- ni la Federación de tenis de Rusia cayeran en la cuenta, al prohibirse la sustancia, de avisar a una de sus mejores deportistas de la situación?
No sé, porque desconozco el método de trabajo en otros países, si eso es normal fuera de España o no pero, al menos en mi caso, siempre se me ha dicho que cada vez que tenga cualquier problema de salud o se me prescriba cualquier tipo de tratamiento me ponga en contacto con los Servicios Médicos, en este caso los del Comité Paralímpico Español, antes de tomar nada -es digno de agradecer el trabajo de la Dra. Josefina Espejo y de todo el equipo médico del CPE, 24 horas disponibles para atendernos-. Entendiendo a Sharapova como una de las mejores deportistas del mundo, y teniendo en cuenta que, además de tener los servicios médicos que cualquier deportista de su nivel posee, tiene un cuerpo médico personal, ¿nadie se paró a comprobar si la medicación que estaba tomando había podido pasar a formar parte de la lista de sustancias prohibidas?
Un hecho así, y asumiendo este positivo como un error -grave, pero un error, ya que efectivamente tomaba esa medicación y anteriormente no daba positivo- este hecho no hace más que dejar clara la importancia del trabajo en equipo en deporte de élite. Un equipo formado por entrenadores, médicos, físios, psicólogos, nutricionistas y un importante número de profesionales que dedican su atención a optimizar el rendimiento del deportista. Y es responsabilidad del deportista seleccionar a este grupo de trabajo, y completarlo o modificarlo cuando se detecten errores.
Ahora Sharapova debe pagar por su error, porque el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento. Este hecho es relevante porque demuestra cómo un error de una persona puede tirar por tierra el trabajo de muchos años de un equipo entero, y la importancia de tener una comunicación total entre todos los miembros del equipo de trabajo para tratar de minimizar la probabilidad de que esto suceda.
Un nuevo positivo, un nuevo mazazo para el deporte. Una nueva oportunidad para analizar la situación e intentar acabar con la lacra del dopaje.