Vivir la experiencia de competir a nivel internacional representando a tu país es sencillamente indescriptible. Términos como felicidad plena, cumplir un sueño, recompensa al trabajo y muchos otros se quedan extremadamente cortos al comprobar las sensaciones que se experimentan en esos momentos.

 Ahora bien, para llegar a ese punto -el de representar a tu país a nivel internacional- es necesaria una dedicación del 100% al deporte. Entrenamientos, competiciones, concentraciones, viajes, fisioterapeutas, eventos y un largo etcétera marcan tu agenda semanal, lo que convierte tu vida prácticamente en vivir por y para el deporte. Pero, ¿qué pasa cuando todo acaba? ¿Qué pasa cuando la luz del estadio o del pabellón se apaga y te das cuenta de que ha llegado el momento de dejar el deporte? En España, a diferencia de lo que sucede en los países punteros a nivel mundial en deporte -donde facilitan empleo a sus deportistas internacionales-, una vez que un deportista abandona su práctica profesional se ve literalmente abandonado por las instituciones deportivas, y debe empezar a buscarse su futuro en desigualdad de condiciones, ya que la gente de su edad tiene una experiencia laboral y un bagaje que él, debido a su trayectoria, no puede tener.

 Hoy tengo el placer de hablaros de Miriam Belando. Miriam es gimnasta, y preparó el ciclo olímpico de Pekín 2008 a Londres 2012 en el CAR de Madrid – entró en 2009 y salió del CAR en 2013- con el equipo nacional, exactamente el mismo que ha conseguido la medalla de plata en los JJ.OO. de Rio 2016. Miriam dedicó en esos años gran parte de su vida a la gimnasia, un deporte que necesita muchísimas horas de entrenamiento para que todos podamos ver los ejercicios que ejecutan en competición. Ella fue la reserva del equipo nacional para los Juegos Olímpicos de Londres -a los que hubiera asistido en caso de lesionarse cualquiera de las componentes del equipo- y, terminado el ciclo olímpico, tomó una de las decisiones más difíciles en la vida de un deportista: abandonar la alta competición.

Actualmente Miriam estudia Medicina en la Universidad de Murcia, y compatibiliza sus estudios con la labor de entrenadora en el club Gymnos, donde trata día a día de transmitir a sus deportistas una de las mayores lecciones que, según su opinión, le ha dado el deporte: siempre se lucha, siempre hay que entregarse hasta el final, porque si eres capaz de hacer eso en el deporte ya no sólo tendrás grandes resultados deportivos, sino que sabrás el camino para hacerlo en tu futuro fuera del deporte, y lograr la excelencia en otros ámbitos de tu vida.

 El de nuestra gimnasta internacional es un gran ejemplo de cómo transmitir que luchar siempre merece la pena  y, por desgracia, una prueba de cómo a una deportista internacional no se le apoya lo que se debería en el momento de dejar el deporte, el día después de que las luces de ese recinto que te llevó a la gloria se apaguen.

 Pero, querida Miriam, sobre todo, gracias por demostrarnos que la vida siempre es lucha, constancia, entrega y dedicación. Ese es, por encima de los títulos, tu mayor legado.

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