1’5 metros. Así de fácil, así de cruel, así de trágico. Esa insignificante distancia podría haber salvado muchas vidas y debería estar cada día en nuestra cabeza para que no suponga más muertes en la carretera, una carretera en la que, respetando las normas, sin duda cabemos todos.
Es dramático ver cómo siguen quedando cadáveres en las cunetas de las carreteras por un STOP, por no respetar los límites de velocidad, porque alguien decide conducir bajo los efectos de alcohol o drogas. Por sobrepasar esos 1’5 metros, la insignificante distancia que puede salvar una vida.
Es tremendamente urgente que autoridades, ciclistas y conductores tomen conciencia de la situación. Porque las imprudencias no siempre vienen en coche. Ciclistas o pelotones pedaleando en mitad de la calle, impidiendo la circulación de los coches, o escuchando música con los auriculares mientras circulan por la vía pública, por ejemplo, también ponen en peligro sus vidas constantemente en la carretera.
Solo en la última semana podemos encontrar dos casos de dos grandes deportistas que han perdido la vida sobre una bicicleta en las carreteras, en ambos casos de Italia. El primero de estos dos deportistas fue el ex campeón del mundo de MotoGP y actual piloto de Superbikes Niki Hayden. El piloto norteamericano resultó herido de extrema gravedad en un accidente en la ciudad italiana de Rimini, donde disfrutaba de una jornada de bicicleta junto a unos amigos. En cuanto a las causas del accidente, se habla tanto del error del piloto al saltarse una señal de STOP como del exceso de velocidad del conductor del vehículo, versiones aún sin confirmar de manera oficial.
En el mismo hospital en el que Hayden fallecía el lunes, el Bufalini de Cesena, fallecía solo dos días después la triatleta alemana Julia Viellehner, subcampeona del mundo de duatlón de larga distancia en los años 2013 y 2015, tras ser arrollada por un camión mientras entrenaba.
Dos importantes pérdidas para el deporte internacional que demuestran que no sólo deportistas aficionados o ciclistas sin experiencia son víctimas sobre la bicicleta, sino que deportistas de élite sufren también las consecuencias de la falta de sensibilización en este aspecto.
En nuestro país, en las últimas semanas hemos sufrido la muerte de tres ciclistas aficionados en un accidente ocurrido en Valencia en el que la conductora que lo provocó, que también dejó otros tres heridos, conducía bajo los efectos del alcohol y las drogas. El consumo de alcohol también tenía presencia en otros dos accidentes, producidos en Tarragona y Navarra, en los que varios ciclistas aficionados resultaban heridos de distinta consideración.
Desde la Dirección General de Tráfico han tomado buena nota de este enorme problema y están empezando a tomar medidas, como la retirada definitiva del carnet de conducir a las personas que den positivo por alcohol o drogas en dos ocasiones en un plazo de menos de dos años.
Es el momento de acabar con la sangría de ciclistas muertos en la carretera. Es el momento de tomar medidas, de dejar de perder vidas sobre dos ruedas.