Gracias Bruno. Gracias por hacernos vibrar, por hacer historia. Gracias por la lección que has dado. Pero, sobre todo, gracias por hacer que miles de niños entren en las pistas de atletismo buscando seguir tu estela, buscando imitarte. Porque has conseguidoque los niños salgan a la calle diciendo “Yo quiero correr. Yo quiero hacer atletismo. Yo quiero ser como Bruno Hortelano”.
Un día escuché que la historia es una sucesión de momentos. De instantes que, por diferentes motivos, cambiaron decisivamente el entorno de la persona o grupo de personas que fueron protagonistas de esos momentos.
A nivel deportivo, España tiene la suerte de contar con deportistas que rompen la historia de este país prácticamente cada fin de semana. Esta excelencia es, quizás, lo que hace que el público en general no valore en su justa medida los hitos que nuestros deportistas protagonizan por todo el mundo.
El último de esos hitos tuvo lugar la pasada semana, y su protagonista fue el atleta Bruno Hortelano, primer atleta español en ser campeón de Europa en una prueba de velocidad pura. Un atleta blanco, español de nacimiento, de padres españoles. Un atleta que ha hecho de la cabeza, de la inteligencia y de la excelencia la base de su éxito. Un atleta para la historia.
España tradicionalmente decía que las pruebas de velocidad estaban reservadas a atletas negros, que un español, por genética, jamás sería capaz de ganar una medalla internacional en una prueba de 100 o 200 metros, que era imposible. Era un objetivo que parecía inalcanzable, y que muchos decían que era una de las asignaturas pendientes del deporte español: el sprint.
Pues bien, aquí aparece Bruno Hortelano. Estudiante brillante ( ya graduado en Ingeniería y actualmente estudiando Medicina), persona ejemplar y atleta llamado a marcar una época. A pesar de tener ya el récord de España en 100 y 200 metros, Bruno llegaba al Campeonato de Europa avisando de que lo mejor estaba por venir. Y razón no le faltaba.
Y lo mejor no es una medalla de oro en un Campeonato de Europa, un hito histórico para España. Tampoco un extraordinario récord de España en 200 metros (20″39 en una carrera con 1’1 m/s de viento en contra), ni haber sido previamente 4º en la prueba de 100 metros.
Lo mejor es que había roto la historia. Había acabado de golpe con el complejo que teníamos los españoles en pruebas de velocidad. Había demostrado, igual que mitos como Pietro Mennea en Italia o recientemente Christophe Lemaitre en Francia, que todo es posible. Que si se quiere, se puede.
Gracias Bruno. Gracias por hacernos vibrar, Gracias por hacer historia. Gracias por la lección que has dado. Pero, sobre todo, gracias por hacer que, desde el momento que cruzaste la meta en Ámsterdam, miles de niños entren en las pistas de atletismo buscando seguir tu estela, buscando imitarte. Porque has conseguido, como ya hicieron Carolina Marín, Javier Fernández y tantos otros deportistas en los últimos tiempos, que los niños salgan a la calle diciendo «Yo quiero correr. Yo quiero hacer atletismo. Yo quiero ser como Bruno Hortelano».