¿Quieren los organismos internacionales un sistema de deporte-espectáculo como el americano o quieren un sistema deportivo menos espectacular pero en el que todo el mundo compita sin ningún tipo de dopaje?
Duro revés a la credibilidad del deporte. El Comité Olímpico Internacional decidió la pasada semana lavarse las manos y dejar que cada federación internacional decidiera sobre la participación o no de los deportistas rusos en las distintas especialidades deportivas presentes en los Juegos Olímpicos de Río 2016. La presión del gobierno ruso -un gobierno del que diversas investigaciones oficiales han corroborado que llevaba a cabo un plan nacional de dopaje sistemático con muchos de sus deportistas-, de los propios deportistas y de diversas entidades relacionadas con el país ha provocado esta polémica decisión, que deja en entredicho la postura del COI ante el dopaje. ¿Tolerancia cero o tolerancia cero pero depende de con quién?
Los deportistas, cuando conseguimos ciertos resultados en alto nivel, estamos sujetos a que tanto desde la agencia antidopaje de nuestro país como desde la Agencia Mundial Antidopaje se nos inste a facilitar nuestra localización de manera continua. Esto supone que el deportista, a través de un sistema online de seguimiento denominado ADAMS, debe informar en todo momento a las autoridades antidopaje se su paradero, de los lugares que frecuenta habitualmente, de su lugar de trabajo y del lugar donde va a pernoctar. Estas medidas me parecen aceptables siempre y cuando las reglas sean las mismas para todos. Pero, ¿qué pasa cuando se invierte a nivel mundial para luchar contra la lacra del dopaje y, al obtener resultados esa lucha, se sucumbe ante presiones que reciben los organismos internacionales? ¿Para qué vale prestarte a estar localizado y hacer todos los controles que se requieran si a quien hace trampas se le levanta el castigo?
El deporte de alto nivel, en las últimas décadas, se ha convertido en un negocio en toda regla. Un negocio en el que el espectáculo tiene claramente preferencia sobre otro tipo de cosas. Este sistema -el sistema de deporte como puro espectáculo para entretener a la gente- es un sistema que, principalmente en Estados Unidos, ha demostrado ser altamente rentable. Ahora bien, ese es un sistema en el que, al primar el espectáculo, ciertas leyes -como la ley antidopaje, por ejemplo- son más flexibles o quitan la prohibición de ciertas sustancias para favorecer el espectáculo. Ahora la pregunta sería la siguiente: ¿quieren los organismos internacionales un sistema de deporte-espectáculo como el americano o quieren un sistema deportivo menos espectacular pero en el que todo el mundo compita sin ningún tipo de dopaje?
Este es un aspecto que se debería analizar de inmediato, ya que la situación actual perjudica claramente a quien cumple las normas. Ha llegado el momento de decidir si flexibilizar la política antidopaje para aumentar el espectáculo o mantenerla igual pero castigar realmente a quien se la salta. ¿Serán capaces de estar a la altura y luchar, de una vez por todas, por un deporte limpio y ejemplar?
Llegó el momento de decidir. Llegó el momento de poner las cartas sobre la mesa…