La derrota, el fallo, el fracaso, la falta de acierto…

Las personas, empujadas por nuestro orgullo y nuestra vanidad, huimos de todo eso a toda costa. Huimos de la posibilidad, por remota que sea, de que cualquiera de las acciones o proyectos que llevamos a cabo a lo largo del día pueda salir mal, o simplemente pueda no salir como nosotros creemos que debe salir.

Ese miedo, esa huida, conduce a que muchas de nuestras decisiones se vean condicionadas de una manera importante. Tenemos un miedo atroz, un temor absoluto al fallo.

Esta sociedad ha asentado la idea de que la vida es y debe ser triunfo, y que todo lo que no sea triunfar debe ser eliminado. Y esa idea está teniendo unas consecuencias devastadoras.

En deporte, uno de los ámbitos en los que España tiene mayor relevancia a nivel mundial, el concepto del fallo, de la derrota, del fracaso, es un concepto con el que debes trabajar cada día. Ningún deportista que haya conseguido llegar a la élite del deporte lo ha logrado sin antes haber fallado miles de veces, sin haber fracasado en muchísimas ocasiones, sin haber errado en cada día de entrenamiento y sin haber asumido la corrección de esos errores por parte de su entrenador y su equipo de trabajo.

Los éxitos del deporte español, esas victorias que cada fin de semana celebramos y que encumbran a nuestros diferentes deportistas a lo largo y ancho del mundo, están basados en el trabajo, en el sacrificio, en la constancia, en la superación y en una lista enorme de valores que llevamos hasta la excelencia por parte de los deportistas y de sus equipos de trabajo. Pero, además de todos esos valores, la percepción de la derrota como un aprendizaje y como una motivación para seguir mejorando es una de las grandes diferencias entre la gente que consigue el éxito en los diferentes aspectos de la vida y quienes no lo consiguen.

Inculquemos a los niños el concepto de derrota como una parte del proceso de aprendizaje, como un mal necesario para progresar. Inculquemos el coraje para levantarse del suelo tras cada error. Eduquemos a las generaciones que vienen por detrás en la superación de las adversidades, en la constancia frente al conformismo.

Convirtamos las derrotas de hoy en victorias de mañana, los fallos de hoy en aciertos de mañana, los fracasos de hoy en éxitos de mañana. Esa es la diferencia entre quien tiene éxito y quien no lo tiene. Esa es una diferencia fundamental, en el campo del deporte, entre los que hemos tenido la suerte de llegar a la élite y los que quedaron en el camino. Muchos fueron mejores que nosotros, pero fueron incapaces de asumir sus errores, No quisieron o no supieron levantarse del suelo.

La derrota ha formado parte de mi vida. He convivido con ella durante mis 25 años. La derrota me tiró al suelo, el fallo me provocó cientos de malos momentos. Pero, si llegué a cumplir mi sueño, fue porque aprendí de cada una de esas derrotas.

Las derrotas que me hicieron victorioso…

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