Hoy vuelvo a hablar de un tema que jamás me gustaría haber hablado en este espacio. Y no por la persona en cuestión -alguien a quien admiro profundamente, respeto y considero un auténtico referente a nivel deportivo y, sobre todo, personal además de un gran amigo- sino por la situación que me ha llevado a escribirlo.
Este artículo va para ti, Juanma, amigo. Y va para ti porque, por desgracia, sigo viendo como algunos indeseables disfrazados de políticos siguen empeñados en intentar manchar tu nombre inventando mentiras o exagerando noticias con el único fin de hacer daño.
A todos los que amamos el deporte, escuchar “Juanma Molina” nos supone admiración, respeto, ejemplo a seguir, valentía, lucha, éxito y una larga serie de cosas que hacen que te has ganado sobre la pista, convirtiéndote en el estandarte y en el gran referente de la generación de atletas que ahora llevamos la bandera de Murcia por todo el mundo. Tú nos abriste la puerta, tú nos enseñaste el camino y, lo más importante, la manera correcta de recorrerlo.
Una lesión truncó tu camino hacia los que habrían sido tus terceros Juegos Olímpicos, los de Londres 2012, y te forzó a tomar la decisión más difícil en la carrera de un deportista: la retirada.
Una vez retirado, con un palmarés deportivo brillante y un currículum en el que brillaba un doctorado en Ciencias del Deporte, pasaste a ser ejemplo para nosotros en otra cosa importantísima: cómo afrontar la salida profesional al acabar la carrera deportiva.
Todos los deportistas, imagino que tú también en su momento, tenemos un miedo atroz al qué pasará cuando el deporte acabe, cuando se apaguen los focos de la pista, cuando ya no interesemos a las cámaras o los micrófonos de los periodistas o los patrocinadores ya no quieran apostar más por nosotros.
Tú nos has demostrado que, pese a ir en desventaja con respecto a los demás por la falta de experiencia laboral que provoca el dedicarse profesionalmente al deporte, las lecciones que el deporte te enseña para la vida se pueden utilizar para destacar en el ámbito que te apasione.
Y ese camino te ha llevado, en tan solo cuatro años, a presidir la FAMU, a liderar a un partido político en tu pueblo, a ser profesor universitario en la UCAM y a dirigir el CAR de Los Narejos.
Pero había algo con lo que no contabas, algo que en deporte no pasa y, si pasa, pasa mucho menos: la envidia del que ve que la única manera de pararte es ponerte la zancadilla, sea de la manera que sea.
Por ello aprovecho estas líneas para mostrarte públicamente toda mi admiración y mi apoyo. Y para decirte que me has dado una nueva lección: Te prometo que sólo entraré en política bajo el brazo de alguien como tú, alguien serio y que vaya de cara. Porque la envidia es demasiado nociva. Porque el éxito a los envidiosos les duele, y así nos luce el pelo.
Palabra de amigo…