«Se repite la historia»: Para seguir, debemos unirnos. Una unión a nivel internacional en todos los ámbitos: en el deporte, en la ciencia, en el arte, en las finanzas y en todos los sectores. Una unión social contra esta lacra. Una unión que fomente realmente la lucha contra el radicalismo, una unión que sirva para demostrar al DAESH que ningún dios, ninguna creencia y nada de nada justifica esta carnicería.

Se repite la historia. Esta vez en Estambul (Turquía) y en un aeropuerto. Decenas de muertos y heridos, decenas de inocentes que vuelven a perder la vida por culpa de unos malnacidos que quieren imponer su criterio de la manera más miserable, quitándole la vida a gente inocente.

 

Se repite la historia. Vemos cómo nos vuelven a matar. Asistimos perplejos y atemorizados a una nueva barbarie del DAESH, a un nuevo atentado. Y, atónitos, seguimos viendo cómo sigue siendo muy difícil combatir contra gente que valora tan poco su propia vida como para inmolarse junto a un policía al ser reducido. Es difícil combatir contra alguien que no da valor ni a su propia vida, que combate sin absolutamente nada que perder y con el único objetivo de derramar la máxima sangre posible.

 

Se repite la historia. Volvemos a responder a esta brutalidad desde el sillón de nuestras casas, desde nuestro sofá, poniendo en nuestras redes sociales lo solidarizados que estamos con el pueblo en cuestión, en este caso el turco. Creando diversos “hashtags” y escribiendo infinidad de publicaciones, pero sin cambiar absolutamente nada.

 

¿Y qué podemos cambiar? Para empezar reestructurar la base de todo: la educación. Ya comenté, en mi artículo sobre el atentado en París, que el principal caldo de cultivo de este tipo de grupos terroristas son los sectores de la población con menos formación, los analfabetos y los ciudadanos de la clase social más baja. Gente fácil de manipular y fácil de sobornar, que recibe un adoctrinamiento completamente extremista en el que se le hace creer que son una pieza fundamental en una lucha, que son importantes. Al fin y al cabo, todas las personas buscamos destacar. A ellos los manipulan para que destaquen muriendo por un supuesto dios. La educación y el apoyo a las clases sociales más desfavorecidas pueden ayudar decisivamente a prevenir el crecimiento de estos grupos terroristas.

 

Para seguir, debemos unirnos. Una unión a nivel internacional en todos los ámbitos: en el deporte, en la ciencia, en el arte, en las finanzas y en todos los sectores. Una unión social contra esta lacra. Una unión que fomente realmente la lucha contra el radicalismo, una unión que sirva para demostrar al DAESH que ningún dios, ninguna creencia y nada de nada justifica esta carnicería.

 

El deporte, en este ámbito, debe ser un factor decisivo en la lucha por la erradicación del terrorismo islamista. El deporte es un ejemplo de integración, de multiculturalidad, de unión. El deporte es un sector con miles de millones de seguidores en todo el mundo, seguidores que conforman una masa social alrededor del mundo que debe ser el principio de un cambio que permita integrar en la sociedad a personas que, sea por la condición que sea, han quedado excluidas.

 

Debemos cambiar cosas, debemos hacer algo de manera urgente. Debemos combatir cortándoles, en primer lugar, la opción de captar gente. Y debemos hacerlo integrando socialmente a las personas que han quedado fuera, a esas personas que ellos adoctrinan para matar.

 

Trabajemos para parar este calvario. Trabajemos para evitar que se repita esta historia.

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