He sufrido un palo fuerte al quedarme fuera de los Juegos. Pero, parándome a analizar este ciclo olímpico, estos cuatro años de manera global, estoy satisfecho con mi camino. Encantado de lo que he aprendido, disfrutado y experimentado. Y orgulloso, sobre todo, de la gente que he conocido y de quien me ha acompañado en este camino. Esa es, para mí, la esencia de la vida: que el camino merezca la pena siempre, se llegue o no a la meta

Pasan los días, pasan los meses, pasan los años. Pasa el tiempo ineludiblemente. Y muchas veces, por el motivo que sea, no nos paramos a pensar qué ha sido de nosotros en todo ese tiempo, como cuando vemos a aquel amigo al que llevábamos un largo periodo de tiempo sin ver y queremos que nos cuente qué hizo, qué cambios ha habido en su vida desde la última vez que le vimos. Y, cuando frenas a analizar tu vida, te das cuenta de esas pequeñas cosas, esos pequeños pero importantes detalles que jamás creíste haber pasado por alto pero que, al analizarlos detenidamente, son los que te hacen ver si tu tiempo realmente ha merecido la pena, si el paso de ese periodo de tiempo ha sido positivo o negativo en tu vida.

 

En mi caso, empecé en el deporte de élite gracias fundamentalmente a dos personas: a Jose, mi tío, y a Salva, mi entrenador. Jose y Salva me enseñaron el camino, me ayudaron a ser persona para luego ser deportista, lucharon por enseñarme una serie de valores y maneras de hacer las cosas que han sido las que me han llevado a conseguir los resultados que tengo a nivel deportivo. Qué detalle, la familia y los amigos son componentes esenciales del éxito. Alejarte de ellos es alejarte de tu felicidad.

 

Pasó el tiempo, y fui consiguiendo oportunidades en diferentes medios, como La Verdad. ¿Saben a quién le debo eso? A mi tía Coque. Ella fue mi profesora durante cuatro años, la que más caña me dio. ¿Saben de qué me daba clase? De Lengua y Literatura. ¿Saben la consecuencia de toda la caña que me dio? Entre otras, la columna que está usted leyendo. A ella le debo esto. ¡Y mira que le di disgustos y malos ratos y ella me los dio a mí!

 

Estoy seguro de que la clave del éxito no es simplemente ser talentoso, sino rodearte de gente que sea capaz de ver tu talento y te empuje a explotarlo. Sin miedo al fracaso, sin miedo al fallo. Sin miedo a nada. Porque pasa el tiempo: pasan los días, los meses y los años. Y al final, cuando llega el momento en el que paras a reflexionar, te das cuenta de que los errores más grandes de tu vida no los cometiste en cosas que hiciste, sino en aquellas cosas que, por el motivo que fuera, no te atreviste o no quisiste intentar.

 

Ahora he sufrido un palo fuerte al quedarme fuera de los Juegos. Pero, parándome a analizar este ciclo olímpico, estos cuatro años de manera global, estoy satisfecho con mi camino. Encantado de lo que he aprendido, disfrutado y experimentado. Y orgulloso, sobre todo, de la gente que he conocido y de quien me ha acompañado en este camino. Esa es, para mí, la esencia de la vida: que el camino merezca la pena siempre, se llegue o no a la meta

 

Por ello seguiré, mientras me aguanten las piernas, corriendo tras un sueño…

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