Corrían las 19:30h del martes 11 de abril en Dortmund, una ciudad situada al noreste de Alemania, y los relojes se volvieron a parar. En ese momento la sombra del terrorismo volvía a situarse sobre el deporte.

 

El autobús del Borussia Dortmund, que se dirigía al estadio donde jugaba como local su partido de Champions League contra el AS Mónaco, sufría tres explosiones brutales. Desde el mismo momento de las explosiones, se sucedieron las especulaciones: en primer lugar, los propios pasajeros del autobús que  pensaron que se trataba de la explosión de las ruedas del vehículo; en pocos minutos, el diario alemán Bild y el propio club, a través de las redes sociales, informaban de un altercado «de gravedad» sufrido por el autobús del equipo, mencionando que había un herido.

 

Primer paso de una respuesta magistral ante un momento de especial complejidad: tener la capacidad de informar de manera rápida y clara -aportando la información necesaria-. Desde ese primer momento el mundo del deporte centró su mirada en Dortmund, se temía que algo especialmente grave pudiera pasar.

 

A los pocos minutos del tuit del Borussia, el diario alemán Bild informaba que el herido por la explosión era Marc Bartra, exjugador del Barcelona y actualmente en las filas del conjunto alemán, y que se estaba estudiando la suspensión del partido.

 

Segundo aspecto brillante de lo sucedido el martes: la respuesta de los medios de comunicación informando en todo momento pero sin sembrar el pánico, sin confabular, contribuyendo a que un momento terriblemente complicado termine del mejor modo posible; entendiendo que la información, administrada de manera adecuada y objetiva, ayuda tremendamente a la sociedad a entender lo que ocurre y a buscar la mejor solución.

 

A las 20:30h, tras una reunión entre ambos clubs y la UEFA, se decide aplazar el partido a la tarde del miércoles. Una vez adoptado este acuerdo, se comunica en el estadio la decisión del aplazamiento, hecho al que se responde por parte de la afición del Mónaco de una manera ejemplar: los más de dos mil aficionados franceses desplazados a Alemania para el partido de fútbol se levantan de sus asientos e inundan el campo de ánimo al grito de «¡Dortmund, Dortmund!» animando a una ciudad y a un equipo que acababan de ser golpeados. La esencia del deporte plasmada en el fútbol. Rivalidad en los 90 minutos de juego; compañerismo, apoyo y fraternidad antes y después del partido.

Pero la actuación brillante de clubs y aficionados no acaba ahí. Desde el mismo instante de la suspensión, los aficionados locales, espoleados también por el Borussia, organizan una campaña en tuiter -con el hashtag #bedforawayfans (#camaparaseguidoresvisitantes)- para acomodar en Dortmund a todos los hinchas visitantes, evitándoles el gasto de hotel y reduciendo desplazamientos, petición que había realizado la policia para evitar riesgos.

 La afición, el tercer aspecto brillante de una situación terrible gestionada de manera ejemplar. Una afición que demuestra que el fútbol no son insultos, peleas, faltas de respeto, agresiones. El fútbol, y el deporte en general, es pasión, lucha, respeto, educación, y una larga serie de valores que, en una situación terrible, llevaron a la excelencia a todos los elementos participantes en lo acontecido la tarde del pasado martes en los prolegómenos del Borussia Dortmund- Mónaco. Este es el verdadero fútbol, ese que mueve a millones de personas en el mundo.

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