El próximo día 25 de noviembre se celebra el día internacional contra la violencia de género, una de las lacras que sufre la sociedad actual. En este sentido, el deporte ya se está manifestando para darle visibilidad a esta lucha. Los primeros en hacerlo, durante el pasado fin de semana, fueron los distintos equipos de la Liga de fútbol, que llevaron a cabo una iniciativa con el fin de dar repercusión a esta lucha.

Ahora bien, ¿cómo podríamos utilizar el deporte como herramienta para luchar y, sobre todo, prevenir cualquier tipo de violencia? En los últimos tiempos, distintas formas de violencia -acoso escolar, abuso sexual, violaciones y violencia de género, entre otras- han ocupado diariamente las televisiones, las radios, los periódicos y las noticias más leídas y comentadas en las redes sociales en nuestro país. Esto indica dos cosas: la primera, desgraciadamente, indica una fatídica asiduidad en los casos de violencia. La segunda, en este caso positiva, es que la sociedad empieza a darse cuenta de la gravedad de los hechos y empieza a querer informarse y querer cambiar las cosas.

En este cambio el deporte puede, y a mi juicio debe, jugar también su papel. Es por todos conocido que el ámbito deportivo -que forma parte del tiempo dedicado al ocio por parte de una enorme cantidad de niños y jóvenes en nuestro país- supone un ámbito de referencia para muchísimos de ellos en su vida diaria. Y es un ámbito de referencia porque en él disfrutan y potencian y fortalecen sus relaciones sociales. Además, especialmente en el caso de los niños y niñas, la figura del entrenador es una figura realmente respetada y admirada.

Por ello, el trabajo desde los clubes y escuelas deportivas debe ser intenso en cuanto a la carga en valores, poniendo todas las herramientas posibles para erradicar de raíz cualquier conducta de violencia -sea física o psicológica- o cualquier indicio de acoso desde el origen.

Este trabajo, complementado con la ayuda y atención de los padres y con el trabajo en los centros educativos, es una herramienta importante en la lucha contra este fenómeno.

Frenemos esta espiral de violencia, frenemos los casos de acoso -las últimas estadísticas indican que en nuestro país uno de cada cuatro alumnos sufre acoso durante la etapa educativa-. Dejemos de buscar culpables y empecemos a buscar soluciones. Y, ténganlo claro, la principal solución está en la educación. Una educación que los niños deben recibir en casa, en su centro escolar y, por supuesto, en su actividad deportiva.

Digamos “ no” a la violencia de género, digamos “ no” al abuso sexual, digamos “ no” al acoso. Pero, sobre todo, pongamos todos los medios posibles para que en un futuro lo más cercano posible ya no haya que decir más “ no” a todas estas lacras…porque hayan desaparecido.

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