Estos últimos días la actualidad social española ha venido marcada por la actividad en los juzgados. Y, en este caso, los protagonistas no eran ni políticos, ni duques o Infantas, ni raperos, ni tuiteros ni titiriteros –todos ellos han tenido en los últimos meses un importante protagonismo, degradando cada vez más cualquier atisbo de lógica o coherencia dentro de nuestro poder judicial con cada uno de los casos que se han ido sucediendo a lo largo del tiempo-. En este caso los protagonistas eran un grupo de energúmenos autodenominados “La Manada”, unos bestias que decidieron – con la premeditación que demuestran las conversaciones de guasap sobradamente conocidas por todos- aprovechar la fiesta de San Fermín en Pamplona para violar – sí, VIOLAR, por mucho que tres jueces o trescientos quieran decir lo contrario, meter a una chica en un edificio, rodearla entre cinco personas y mantener sexo sin su consentimiento es violar, y es una salvajada que el poder judicial siembre tan grave precedente- a una chica de apenas dieciocho años.
Una nueva demostración inequívoca del rumbo que está tomando la sociedad actual: una sociedad cada vez más violenta -y lo realmente preocupante de este último caso es que la violencia se produce con la complicidad de los jueces que instruyen la causa, ya que se dicta una sentencia que refleja la casi gratuidad de hacer semejante barbaridad- y donde el machismo aún sigue presente incluso en las más altas instancias y los más altos poderes del Estado.
Ahora bien, no solo con quejarnos vamos a solucionar esta lacra, ¿cómo podemos contribuir a erradicar la violencia y a acabar con el machismo? En mi opinión, debemos juntar fuerzas y, cada cual desde su ámbito, tomar una serie de decisiones para lograr la plena igualdad de género.
En cuanto al deporte, podríamos dar de una vez la importancia que realmente merece al deporte femenino: teniendo infinitamente menos apoyo mediático, infinitamente más dificultades para conseguir apoyo económico tanto público como privado, siendo discriminadas en muchos momentos en cuanto al protagonismo en momentos relevantes por deportistas masculinos incluso con peores resultados que ellas, consiguieron lo que parecía imposible: conseguir mejores resultados que los hombres en la competición más importante a nivel mundial: los Juegos Olímpicos.
Analicemos los resultados en los Juegos Olímpicos de Río 2016, los últimos en disputarse: de las diecisiete medallas españolas en la cita olímpica, nueve fueron conseguidas por mujeres y ocho por hombres. En cuanto al color de las medallas, las féminas consiguieron cuatro oros por tres masculinos; en cuanto a las medallas de plata también ganan ellas (tres frente a una), y ganan los hombres en cuanto a las medallas de bronce (cuatro masculinas y dos femeninas).
Mención aparte merecen la prensa y los medios, responsables de hacer llegar la información a la población. Lejos de los ya más que comentados titulares machistas en distintos medios de ámbito nacional durante los pasados Juegos Olímpicos, a mí me gustaría hacer hincapié en un artículo, en mi opinión ejemplarizante en cuanto al tema que nos ocupa: Carolina Marín -mejor jugadora española de bádminton de la historia y camino de convertirse en la mejor también a nivel mundial de todos los tiempos- se enfrentaba en el mundial de Yakarta en 2015 al reto de revalidar el título mundial conquistado en la edición anterior. El diario El Mundo quiso hacerse eco de esta noticia, repasando diferentes aspectos del día a día de una deportista que en ese momento ya era un auténtico icono mediático en Asia. ¿Cómo creen que se titula ese artículo?
“Y hasta se ha echado novio». Si, créanme, ese es el título. Y a día de hoy, años después de ese momento, el título sigue sin cambiarse (se puede consultar aquí): http://www.elmundo.es/deportes/2015/08/10/55c8571046163f1c688b4578.html.
¿Creen que eso pasaría con un hombre?
Creo que ha llegado el momento de enterrar esta dinámica, creo que ha llegado el momento de igualar la balanza y de que el protagonismo se lo lleve quien realmente lo merezca, indistintamente de que sea hombre o mujer.
Igualemos la repercusión del deporte femenino a la del masculino fomentando su presencia en medios, tratemos de fomentar una igualdad económica entre ambos sexos -aunque en algunos deportes, en los que los clubes son entidades privadas que funcionan como grandes empresas, esto sea más difícil-.
Es el momento, es la oportunidad, ha llegado la hora. Busquemos que el deporte también ayude a cavar la tumba del machismo.

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