“Si todos estuvieran a mi nivel, iríamos primeros” Con esas declaraciones incendió Cristiano Ronaldo la zona mixta del estadio Santiago Bernabéu minutos después de que su equipo, el Real Madrid, perdiera el derbi madrileño frente al Atlético y, con ello, gran parte de sus opciones de ganar La Liga de fútbol.

Ser una estrella mediática tiene muchos aspectos positivos pero requiere asumir, entre otras cosas, que debes medir cada una de tus palabras. Esas declaraciones -en las que también arremetió contra sus compañeros Jesé, Lucas y Kovacic (al que no acertó ni a llamar por su nombre, sino le llamó Kovacevic) y contra la prensa- suponen una inyección de unas magnitudes terroríficas de una serie de contravalores que hacen, junto con otra serie de factores, que el fútbol de primera línea cada vez sea menos ejemplarizante y más criticable.

En primer lugar se trata de uno de los mejores futbolistas del mundo en la actualidad, lo que supone que sus conductas -las positivas y las negativas- son imitadas por millones de niños y jóvenes por todo el mundo. Se trata de un jugador que es la viva imagen del esfuerzo diario, del sacrificio, del trabajo constante por ser la mejor versión de sí mismo. Todos estos aspectos, sirviéndose de Cristiano como ejemplo, enaltecen la figura del deporte por encima de los megacontratos de sus estrellas y de otra serie de aspectos que están llevando a la mercantilización del deporte.

Pero estas estrellas deberían entender que no son sólo ejemplo dentro de sus respectivos terrenos de juego, sino también con sus declaraciones y actitudes fuera de ellos. Señalar a tus compañeros de equipo en una derrota tan importante es un hecho totalmente fuera de lugar. Arremeter contra la prensa, que tantas veces te ha apoyado y encumbrado, cuando no estás dando tu máximo y ellos, cumpliendo la función de informar y amparándose en su libertad de expresión, lo exponen es algo fuera de lugar.

Es comprensible que Cristiano, después del tropiezo de su equipo, sintiera frustración, desesperación, enfado, crispación y una serie de sentimientos y sensaciones negativas que, en un momento de tensión, puedan llevarte a perder la paciencia y a decir cosas que jamás deberías decir. Pero es que eso es el deporte, sacar conclusiones de los tropiezos y no perder las formas ni tomar decisiones precipitadas que puedan ocasionar aumentar las consecuencias de la propia derrota.

Es responsabilidad de los deportistas fomentar los valores del deporte, y tratar de evitar perder las formas de esta manera. Tengamos en cuenta que vivimos en una sociedad donde el éxito es efímero y un fallo es noticia continuamente, y que cualquier conducta negativa, sea del tipo que sea, va a ser noticia posiblemente durante más tiempo que cualquier conducta positiva porque en nuestro país, desgraciadamente, lo que vende es el morbo.

Hagamos del deporte lo que ha sido siempre. Recuperemos la esencia del deporte.

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