Esta semana se ha conocido la noticia de que el Comité Paralímpico Internacional ha decidido expulsar a la delegación al completo de Rusia de los Juegos Paralímpicos de Rio 2016. Esta noticia, a falta de que concluyan los quince días que tiene la delegación rusa para recurrir la sanción, supone que ningún atleta ruso podrá competir en los Juegos.

Esta semana se ha conocido la noticia de que el Comité Paralímpico Internacional ha decidido expulsar a la delegación al completo de Rusia de los Juegos Paralímpicos de Rio 2016. Esta noticia, a falta de que concluyan los quince días que tiene la delegación rusa para recurrir la sanción, supone que ningún atleta ruso podrá competir en los Juegos.

 

Analizar este tema es muy complejo. En primer lugar, como han demostrado numerosas investigaciones a nivel internacional,  Rusia ha promovido desde su gobierno un sistema de dopaje masivo a sus deportistas. Ahora bien, ¿todos los deportistas de la delegación rusa se han dopado? La respuesta a esta pregunta es dramática: en caso de ser «sí», sería dramático pensar que todo el movimiento antidopaje a nivel mundial ha resultado ineficaz y totalmente vulnerable, lo que sería un golpe tremendo a un deporte de élite que, por desgracia, cada vez resulta menos creíble -por la sucesión de casos de este tipo- para la sociedad. La agencia mundial antidopaje va evolucionando sus mecanismos de control a los deportistas – como, por ejemplo, la plataforma de localización permanente al deportista ADAMS, que facilita enormemente a la agencia la localización de los deportistas para los controles antidopaje sorpresa-. Pero, en caso de que se demuestre que Rusia ha sido capaz de saltarse de manera generalizada el control, opino que habría llegado el momento de que deportistas, técnicos y organismos federativos nos uniésemos a la Agencia Mundial Antidopaje para establecer un sistema de sanciones -con el nuevo código antidopaje las sanciones deportivas ya pasan de dos a cuatro años por dar positivo- tanto deportivas como económicas -ya que el dopaje supone también enormes beneficios económicos para quien gana haciendo trampas y enormes pérdidas para quien pierde la opción de ganar medalla por culpa de un dopado-.

 

Pero, en caso de que la respuesta a la pregunta fuese que no todos los deportistas se han dopado -ni conocían el sistema de dopaje masivo, ya que encubrir a un dopado también es sancionable-, la medida tomada por el comité paralímpico sería tremendamente injusta, ya que estarían haciendo pagar a justos por pecadores.

 

Recordemos que, en el caso del COI, el organismo internacional decidió en el último instante dar la responsabilidad sobre si Rusia competía o no en los JJOO a cada federación internacional, lo que ha permitido a muchos rusos competir en Rio.

 

Mi opinión es que la decisión más acertada sería que el Comité Paralímpico Internacional diese nombres y apellidos de los tramposos, les quitase todos sus resultados y les sancionase de manera ejemplar, y obligase al gobierno ruso a seguir un plan contra el dopaje extremo. Pero, en ningún caso, castigar a los deportistas que hayan conseguido su clasificación de manera limpia, aunque solo hubiese uno.

 

Veremos cómo avanza este tema. Solo espero que todo sirva para que, de una vez, los tramposos desaparezcan del deporte. Llegó la hora de decir ¡basta! para siempre.

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