Hace unas semanas hablaba sobre, en mi opinión, la epidemia de violencia, agresividad y falta de respeto que asola a esta sociedad. Un problema social que se ve con frecuencia en el deporte (insultos, amenazas, agresiones…), en la televisión, en el día a día y, por desgracia, también en los colegios.

En este último ámbito, la pasada semana tuvimos la última fatídica noticia: Lucía, una niña de tan solo trece años, se quitaba la vida en Murcia tras, como citaban sus propios padres, no poder aguantar más el acoso al que estaba siendo sometida por sus compañeros de instituto. Hoy me quiero dirigir especialmente a los estudiantes, a niños y jóvenes. En todas las charlas y conferencias que he dado hablo de la importancia de la empatía, de no hacer lo que no te gustaría padecer, tanto físicamente como a través del teléfono o internet. Siempre digo que, más cerca o más lejos de nosotros, podemos tener el caso de que alguien pueda incluso llegar a quitarse la vida por lo que muchos de los alumnos consideran una «simple broma» o algo «que no es para tanto» ya que, como os digo siempre, si cada alumno falta el respeto una sola vez a otro alumno pero todos los alumnos se lo faltan al mismo, cada uno sólo ha dicho una cosa, pero la persona agredida ha recibido infinidad de insultos, lo que sobredimensiona el conjunto de los comentarios individuales recibidos.

 

Ya es hora de acabar con esto, ha llegado el momento de tomar medidas. Es inadmisible que esta espiral siga creciendo, es inadmisible que se pueda repetir un final como el de Lucía. Y, una parte fundamental de la solución está en la educación: educar en el respeto, concienciar a los alumnos de que aquello que a uno pueda parecerle gracioso o ser considerado una broma puede no serlo para el compañero, fomentar la empatía en el alumnado.

 

Como ejemplo de un cambio radical en esta tendencia tenemos a Finlandia, que en 2007 desarrolló un modelo anti acoso- denominado KiVa-. Este modelo, creado en la Universidad de Turku, se ha implantado ya en más del 90% de los centros educativos finlandeses y ha sido exportado a casi una decena de países -como Reino Unido, Francia, Italia o Estados Unidos-. KiVa tiene como objetivo tanto la prevención del acoso como la formación a padres, profesores y alumnos acerca de cómo actuar de manera inmediata ante un caso de este tipo.

 

Dejemos de lamentarnos, dejemos de buscar excusas para evitar o silenciar el problema y empecemos a buscar soluciones. Basta de violencia, en cualquiera de sus formas, en el deporte, en la sociedad, en el sistema educativo. Enterremos la frase «No es para tanto, son cosas de niños», y estaremos más cerca del cambio.

 Pongamos todos de nuestra parte, unamos a instituciones públicas, profesores, psicólogos, pedagogos, abogados y alumnos y pongámonos manos a la obra para crear una ley que acabe de raíz con esta lacra.

 Porque si no, estaremos acercándonos al momento de tener que lamentar otra víctima…

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